Los primeros cantos de Aguilando ante el busto de Manuel Cárceles
El Encuentro de Cuadrillas de Patiño es sin duda el acto cuadrillero por excelencia en la huerta de Murcia, son ya 29 las ediciones celebradas desde que de la mano de Manuel Cárceles «El Patiñero» se instaurara en unos de los cogollos históricos de la huerta murciana. Y tal es la relevancia que ha tomado, que se sirvieron en esta última edición sobre las 100.000 pelotas, joya de nuestra gastronomía y que se han convertido en la pieza mas característica de esta explosión de tradición.
Eran las 9,30 de la mañana cuando delante del busto del fundador del encuentro sonaron los primeros aguilandos en su memoria, dedicados por su Cuadrilla de Patiño, a la que tanto legado y amor dejó.
Misa de aguilandos cantada por todas las hermandades participantes, donde la variedad en el estilo de canto aguilandero se convierte en delicia, y todo preparado para una muestra en el escenario instalado en la plaza de la iglesia. Una plaza que siempre se queda pequeña ante tal demostración de músicas populares.
¡Y a las dos en punto suena el cohete!. Puestos repletos esperando su ración de pelotas de pavo, que previamente habían realizado unos 125 patiñeros distribuidos en 18 grupos para la ocasión, vino y a tomar fuerzas para lo que la tarde depara.
Calle arriba y calle abajo recorriendo puestos cuadrilleros empapándonos con la diversidad de estilos, sones y características de unas músicas y bailes que por mas que se vean nunca cansan.
Malagueñas con el Campo de San Juan, Jotas con Aledo, Murcianas con Patiño, Parrandas con Huercal-Overa… un no parar que seguro empezará a pasar factura conforme avance la tarde, pero no, la ilusión y la suerte de tener tantas modalidades de estilos tradicionales juntos te hace sacar fuerzas de donde ni tú mismo sabías que estaban escondidas.
Cae la tarde y el frío se va haciendo mas intenso, ya no va quedando nadie donde antes era un hervidero de gente disfrutando de un jolgorio contagioso. Ahí llega el gran remate, cuando la tradición se olvida de postureo formal y comienza el verdadero sentido de estos entornos festivos.
A la sombra de unos gintonics Tomás García toma la guitarra, ¡se advierte el peligro!, Julián Páez esboza en un medio silencio una copla de malagueña, Carmen Maria Martínez, Miguel Angel Nicolás, el propio Tomás, Alejandro Nicolás y un servidor lo secundamos con ganas de mas. Y ese más llega, Francisco Javier «el floristero» y Javier Andreo «el nieto de Tío Juan Rita» comienzan una disputa trovera que remata una malagueña de 63 coplas.
¡Eso es tradición, folklore, locura, o como queráis llamarlo! Yo, también lo llamo VIDA.
Miguel Ángel Montesinos
17/01/2017