Libro
De la Mudanza al Paso
Introducción a la metodología de enseñanza del baile tradicional hacia su contexto natural en el sureste español
15 €
(Incluye gastos de envío)
Autor: Miguel Ángel Montesinos Sánchez
Edita: Escuela de Folklore Caldo de Pésoles
La parte teórica del aprendizaje se torna fundamental para entender el contexto, estructuras y normas no escritas de los ambientes festivos donde aún se utilizan como interrelación social, así como la forma de enseñanza para inculcar la espontaneidad y versatilidad intrínsecos en estas manifestaciones populares que continúan revitalizándose de una forma activa con el paso del tiempo.
El recorrido por la distinción de tradición y espectáculo compone gran parte de la justificación y el marco teórico del proyecto, que ahonda en la confusión actual sobre nuestro patrimonio inmaterial mas reconocible, que ha sido transformado y aceptado oficialmente como una representación territorial de identidad.
88 páginas, impreso en color. Incluye fotografías y una guía de ejercicios para practicar jota, seguidilla, malagueña popular y malagueña abolerá.
Envío por correo postal ordinario – 4 días
Índice
- Prólogo (Manuel Sánchez Martínez)
- Justificación
- Antecedentes. Separación entre tradición y exhibición
- El paso de lo tradicional al escenario
- El aspecto recuperativo actual
- Pedagogía de enseñanza
- Objetivos
- Contenidos
- Estilos
- Estructura de los géneros tradicionales
- Reglamentación y normativa natural
- El lenguaje del baile
- Acompañamiento al baile
- Metodología
- A quien se dirige
- Distribución temporal
- Ciclos y niveles
- Módulo de jota
- Módulo de seguidilla (parrandas)
- Módulo de fandango (malagueña popular)
- Módulo de fandango (malagueña abolerada)
- Evaluación y conclusión
- Bibliografía
Prólogo
Estimados lectores y candidatos a bailaores:
Hace ya casi siglo y medio que en el sureste español comenzó un proceso continuo (incluso antes en otros lugares y contextos) de transformación del baile suelto de tradición popular al estilo antiguo -entendido como creación social colectiva, versátil, abierta y participativa, con sus funciones de diversión, ritualidad, lucimiento o galanteo-, en un espectáculo artístico y uniformizado practicado por grupos de aficionados o de semiprofesionales y realizado con separación de actores y espectadores.
A fines del siglo XIX, y simultáneamente a las críticas clericales y de la pequeña burguesía hacia la práctica del naciente gusto por el baile agarrado, los románticos costumbristas de la época, con la loable finalidad de conservar la costumbre más casta del baile suelto -que desaparecía a ojos vista-, fomentaron los concursos de baile y las actuaciones teatrales y festivas, en los que era obligatorio el uso del vestuario regional y de modalidades de baile en desuso, triunfando entonces los de escuela, más espectaculares y con sus grupos y maestros de baile detrás, frente a los antes populares e individuales bailes sueltos. Esa corriente, denominada después folclorismo para diferenciarla del folklore musical tradicional, continuó durante todo el siglo XX -especialmente con la potente acción de institucionalización, uniformización y difusión de la Sección Femenina de Falange Española y sus grupos de folklore tras la Guerra Civil española- y ha dejado una profunda huella en la sociedad, estando asentada en el imaginario colectivo durante décadas la idea que ha asimilado el folklore musical y bailable a esas representaciones escénicas de tipo artístico, llegando así hasta nuestros días con las tendencias que son herederas directas de esa rama femenina del franquismo y que permanecen como elementos simbólicos representativos de la sociedad que la vinculan con el pasado, lo cual lastra, por tanto, la antigua forma tradicional de entender y aprender (“viendo y repitiendo”) el baile suelto y sus funcionalidades. Por eso, no es infrecuente que en el seno de los propios movimientos de recuperación y revitalización de las músicas de tradición oral que concurren en el sureste desde fines de la década de 1970 (especialmente en los entornos de las cuadrillas de ánimas, incluidos los muy populares encuentros de cuadrillas), se sigan también esos modos de enseñanza institucionalizados socialmente. Y ello no es raro porque la quiebra de la tradicional transmisión oral de la música y el baile, con la pérdida de generaciones que vaciaron los campos –los lugares donde durante el siglo XX a veces se conservaron estas prácticas con su sentido original- ocasionó que la revitalización corriera de cuenta de las escuelas de música y baile. Especialmente en el caso del baile, la falta de especialistas que entendieran la esencia y finalidades tradicionales del baile suelto llevó a que ejercieran como profesores personas que se habían formado en las tendencias más artísticas, con lo cual ese sistema estereotipado se ha seguido perpetuando, en buena medida, hasta el presente.
Sin embargo, ya entrado el siglo XXI, y en paralelo a orientaciones sociales y artísticas que priman por un lado la libertad de expresión individual y por otro la participación activa de las gentes en los espectáculos (frente a la permanencia de estas como simple público pasivo), parece conveniente el intento de aprovechar el calor de esas tendencias para difundir las añejas funcionalidades del baile suelto que, a buen seguro, tienen su lugar, por pequeño que sea, en la sociedad de esta época; sobre todo porque permiten ciertas formas personalizadas de libre expresión dentro de las necesidades del ritmo, en especial el juego con la pareja, empleando para ello los lenguajes no verbales del cuerpo, de la mirada, de expresiones faciales y de los miembros…, y las normas no escritas que han regido tradicionalmente estos bailes -algo de lo que el que esto escribe disfruta por propia experiencia-, imprescindibles y olvidadas por las metodologías ya clásicas de enseñanzas folclóricas que, con frecuencia, han sistematizado y encorsetado hasta rozar la caricatura lo que era una muestra de la heterogénea personalidad de los bailaores. Y, además, probablemente no sería descabellado e inútil recuperar algunas de estas habilidades personales en las distancias cortas en tiempos en los que la interacción en las redes sociales virtuales sustituye abrumadoramente a las relaciones sociales directas. Al mismo tiempo, parece evidente que la notoria recuperación del gusto por el baile suelto –al menos en ciertos ambientes- está inserta no solo en la búsqueda de la mera diversión, sino también en la potenciación de la identidad local de cada cual, pues en estas cuestiones de la identidad suelen tener un importante protagonismo el pasado y los antepasados, sus costumbres y sus enseñanzas.
Estas propuestas no excluyen, por principio, la práctica alternativa de ambas visiones sobre el baile, ya que es patente que actualmente hay grupos y personas que no tienen problema alguno en participar activamente de una u otra modalidad de baile suelto (el más tradicional o más libre y el más artístico o sistematizado, incluyendo a la escuela bolera), sabiendo adaptarse a los contextos concretos.
Ahora bien, en los tiempos actuales habría que matizar algunas actitudes de género que se corresponden con hábitos tradicionales que diferenciaban al hombre y la mujer y que ya no son lógicos en la sociedad de hoy (como muestra, la general actitud recatada de la mujer, con la mirada siempre baja), aunque otras disparidades sí pueden proporcionarle su gracia y versatilidad al baile, con el objetivo de evitar la monotonía, por ejemplo el baile femenino más asentado y elegante, con sus engaños, frente al más agitado o incluso travieso del hombre, siempre yendo por detrás de las iniciativas de la bailaora.
El libro del experto y veterano bailaor Miguel Ángel Montesinos y su método de enseñanza, que, en cierto modo, actualiza aquellos otros manuales escritos hace ya más de cien años y que no tenían apenas continuidad, puede contribuir a dar una dimensión variada al baile, primando la diversión, porque precisamente -y como suelo manifestar con frecuencia-, en la diversidad está la diversión. O lo que es lo mismo, y como el propio Montesinos señala: saber bailes no es lo mismo que saber bailar.
Pienso que ya era hora de que aparecieran obras como la que tienes frente a ti, lector o lectora, porque quizá despierte –o confirme- el gusto por una forma de bailar suelto al estilo antiguo que, si la sigues, sin duda te traerá muchas alegrías, pues el método que propone el autor es una oportunidad para descubrir el placer del baile suelto para los que no han tenido la ocasión de aprehenderlo por la fórmula tradicional de ver y repetir, y acabarás asimilando, mejor con naturalidad y sacando tu propia personalidad, los elementos tradicionales que caracterizan esta manera de entender el baile y que lo convirtieron, en su momento, en una práctica muy popular.
Manuel Sánchez Martínez
Etnógrafo
15 €
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