
Juan Tudela Piernas. Tío Juan Rita. Aledo. Fotografía Tomás García.
Comenzaba el año 1987, y ya disponía de coche familiar para recorrer campos y ver bailar «a la antigua» en fiestas y reuniones que me iba enterando de casualidad, aunque mas que bailar, para observar la variedad de mudanzas que por aquel entonces me llevaba obsesionado en ir aprendiendo, tan sólo por una cuestión de curiosidad personal, soy raro, lo sé.
En una de ellas, y después de una mañana dominguera de reunión bailaora y gastronómica en la ermita del caserío del Hornico en Caravaca, la buena señora me descubrió un mundo nuevo después de avisarme que en agosto el baile en las fiestas del caserío era mas poderoso: «el último domingo de este mes vamos a Barranda, que hay baile de los gordos». Ni que decir tiene que apunté la fecha como algo obligado. Ya había oído hablar de que en la pedanía caravaqueña se juntaban varios grupos animeros y hacían fiesta, pero nunca lo había visitado por falta de movilidad.
Después de ver mi primera cuadrilla (organizada) en acción, recuerdo que fue la de Galera de Granada, los pies me llevaron hacia la plaza donde se apelotonaba gran cantidad de público, tocaban aguilando con una melodía que sólo había oído en las esporádicas grabaciones que pude conseguir de Manuel Luna. Y ahí estaba, rodeado de una masa enfervorizada (ni mucho menos la cantidad exagerada que hay en los actuales encuentros de Barranda) que jaleaba sus coplas una tras otra, el Tío Juan Rita estaba en su salsa y yo era la primera vez que lo veía.
Nunca he sido muy amante del trovo, lo reconozco, pero aún hoy sigo admirándome de esos improvisadores que son capaces de enlazar una y otra copla, en una forma tan perfecta que me ruboriza no ser capaz siquiera de intentar imitarlos. Pero es que si encima son personas ya entradas en edad (por aquel entonces el tío Juan Rita tendría 75 años) aún el mérito me parece fascinante.
Mi primera fiesta de las cuadrillas de Barranda transcurrió absorto con el Tío Juan Rita. No bailé nada, no fui observando mudanzas de un lado para otro, ni siquiera busqué a mis pseudoconocidos bailaores del Hornico para departir con ellos. Sólo coplas y mas coplas de la figura enclenque y desgarbada de un icono de las tradiciones murcianas que el pasado día 14 de febrero cumplió 105 años de sabiduría popular, con la misma lucidez que cuando le vi por primera vez.
Larga vida al rey. ¡Viva el Tío Juan Rita!.