Después de las dos últimas conferencias en las que he tenido el placer de participar, hablando sobre el tema del baile tradicional, en los corros posteriores he tenido que responder a diferentes preguntas e inquietudes sobre como es mi visión o mi opinión del futuro de los grupos de representación escénica basados en costumbres tradicionales.En las dos ocasiones he respondido lo mismo: si no se actualiza el formato, todo este movimiento escénico caerá en el olvido en muy pocos años.
En mi opinión (que no tiene porqué ser la correcta, ni la única) y basado en tantos años de observación, viviéndolo tanto desde dentro como desde fuera, el formato está anquilosado y agotado. No le veo ningún futuro fuera de la moda que fue durante los años 80 y 90. Estamos estirando un formato agonizante que viene de Sección Femenina y de Educación y Descanso, organizaciones que promovieron este tipo de espectáculos escénicos, apoyados en su momento por una oficialidad regionalista amparada en un romanticismo tardío, y que son los modelos organizativos que aún perviven en los diferentes colectivos actuales, los cuales siguen siendo asociaciones mas familiares que culturales, lo cual no tiene nada de malo, pero sus objetivos creo que no son reales respecto a la presentación de sus grupos en un escenario, y el tiempo está dando la razón con la decadencia manifiesta de los mismos (en los finales de los años 80 se llegaron a contar 40 grupos de una calidad bastante aceptable escénicamente hablando. Actualmente se pueden contar con los dedos de una mano, y no se si se llenaría dicha mano).
Con repertorios idénticos copiados de unos a otros, la mayoría de ellos han ido pasando y desapareciendo sin pena ni gloria desde mitad de los años 90 hasta la actualidad, que nos encontramos en muchos casos el intercambio de los mismos componentes de diferentes agrupaciones para completar un grupo. Lo cual denota una escasez alarmante de personas interesadas en los mundos de esta faceta representativa.
Es lógico. En esta sociedad actual de la información, el público cada vez sabe mas lo que quiere, y sin duda lo que quiere es calidad. Calidad de contenidos, de espectáculo y un entretenimiento que le satisfaga. Hoy en día no se da.El concepto escénico amateur no ha evolucionado desde mitad de los 90, se sigue haciendo lo mismo una y otra vez hasta la extenuación en los numerosos festivales que se celebran, los cuales han bajado estrepitosamente la afluencia de público, salvo raras excepciones como Cieza, Jumilla o algún otro, siempre localizados en pueblos retirados de la capital de la región. Murcia está saturada, la prueba más fehaciente de ello es el propio Festival Internacional en el Mediterráneo, el cual sólo completa su aforo en su día de clausura, aún siendo gratuito. Todavía recuerdo de niño el hacer cola en el Parque de Fofó intentando conseguir entradas para cualquiera de las sesiones y terminar sin conseguirlas porque se acababan rápidamente.
La moda pasó, tuvo su momento y pasó, como todas las modas, y no sólo en Murcia… Buscar la solución debería empezar por la aceptación de lo que se ha hecho y se está haciendo mal. Sigo pensando que los grupos de representación escénica tienen su lugar en el ámbito cultural de la ciudad, pero desde luego con otros objetivos, otro concepto y sobre todo con otro formato más actualizado que asegure una calidad escénica para el espectador, al cual le atraiga sin tener relación con estos mundos del romanticismo identitario.
La calidad escénica requiere trabajo, mucho trabajo. El ensayar un par de veces y subir a un escenario ya no vale, la diferenciación de niveles entre los mismos componentes de los grupos ya no vale, meter personal de relleno ya no vale, el concepto de 4 bailes de 3 minutos ya no vale, copiar literalmente a una cuadrilla musicalmente ya no vale, ¡el todo vale ya no vale!
Es tiempo de darle a la cabeza y pensar en el problema, es tiempo de actualizar los formatos, de innovar escénicamente y desde luego de tomar un espectáculo en serio para volver a atraer al público, donde todos los aspectos vayan de la mano con el mismo interés de los propios grupos en los apartados principales que componen la representación. En un espectáculo tiene tanta importancia la indumentaria que se presenta como el baile y por supuesto la música. Sin un cambio drástico seguiremos viendo la decadencia progresivamente hasta su disolución, ya la estamos viendo.
La tradición va por otro lado, lleva su camino y evolución natural, dejemos de presentar nuestros espectáculos como divulgadores, representativos o conservadores de la realidad festiva campesina. Tomamos como base aspectos de esa tradición para crear un espectáculo escénico, lo que está muy bien, el folklore es otra cosa. ¡Disfrutemos y hagamos disfrutar!
Miguel Ángel Montesinos, 2018