Indumentaria tradicional murciana del siglo XVIII. Fotografía Pepe Rodilla
Hacía mucho, mucho tiempo que no asistía a una representación larga, fuera de las convencionales de 20 minutos, que son las normales y el estereotipo de actuación a la que nos hemos acostumbrado en la mayoría de formatos de festivales folklóricos que se celebran en nuestro prolífico panorama actual de representación. Pero ayer fue diferente. Como clausura de La Semana Cultural del Auditorio de La Alberca, el Grupo Folklórico Aires de Murcia, de la Peña Huertana El Zaragüel ofreció un espectáculo a los asistentes haciendo un recorrido por las diferentes épocas y estilos que comprenden la variedad de músicas, bailes e indumentarias tradicionales.
Casi dos horas de una presentación didáctica, en las que ofrecieron tres diferentes periodos de la historia comenzando por la Escuela Bolera, ubicando la escena en los antiguos ambientes palaciegos donde este tipo de bailes cortesanos tomó protagonismo en el siglo XVIII, bailes y movimientos que la propia Corte adoptó de los bailes populares llevándolos a su terreno de representación mas académica y que en Murcia tenemos la suerte de aún mantener vivo gracias a la renombrada Escuela Bolera de Fuente-Alamo.
Diferentes bailes boleros, teniendo como base Fuente-Álamo y su recién nombramiento de Bien de Carácter Inmaterial, se mostraron desde una perspectiva de espectáculo teatralizado obteniendo una de las mejores impresiones de toda la noche, que dio el pistoletazo de salida a dos actos siguientes que recrearían los ambientes festivos populares de entretenimiento.
Jeringonzas como forma de romper el baile inicial, para llegar a la explosión de alegría y color de manos de un acompañamiento musical de alta calidad que hizo de complemento perfecto para experimentar los ambientes espontáneos de baile y diversión aún vivos en diferentes comarcas regionales, y que el grupo representó de una forma fidedigna con baile suelto y agarrado, demostrando a los presentes las antiguas costumbres de divertimento convencional.
Capítulo aparte merece la apertura del tercer acto donde una deliciosa nana y un canto de siega, mostrado con acervo costumbrista, hizo levantar a un auditorio con estos cantos de diario que poco a poco han ido perdiendo importancia en el saber popular.
Una vez terminado el espectáculo y a forma de llevar estas costumbres al gran público se invitó a ejecutar con el grupo unas parrandas populares a los asistentes, lo que cual hizo abarrotar el escenario de numerosos bailarines que hicieron del fin de fiesta la demostración de que «El folklore en Murcia está muy vivo».